Terapia hormonal sustitutiva. Prescripción con sensatez - Gine3

4 de diciembre de 20170

La Terapia Hormonal Sustitutiva (T.H.S.), consiste en la administración de las hormonas sexuales (estrógenos, progestágenos, y eventualmente andrógenos) a las mujeres que lo precisen, por una falta de producción de las mismas. Esta situación se puede dar de una forma brusca, como p.e. tras una cirugía que extirpe los ovarios, o de una forma más o menos progresiva, como p.e. en la menopausia, que es la más frecuente.

A finales de los años 80, y más en los 90, la industria farmacéutica lanzó infinidad de productos administrables por diferentes vías (oral, vaginal, inyectable, transdérmica) ejerciendo una presión sobre la clase médica para que los administrase, sin contrastar debidamente los efectos favorables y desfavorables. Como consecuencia, hubo una mala utilización de dichos productos. El gasto farmacéutico se disparó por el uso de estas hormonas, así como la aparición de trabajos "científicos" que empezaron a magnificar los efectos adversos, sin evaluar exactamente las indicaciones y dosis que se había utilizado. Aparecieron trabajos en que no discernían entre las edades de las mujeres (no es lo mismo una mujer de 40 años, con una menopausia precoz, que una mujer de 65 años, que quería gozar de la eterna juventud), entre las que tenían o no antecedentes de patología vascular (p.e. trombosis venosa, con la toma de anticonceptivos), entre las diferentes masas corporales (mujeres con sobrepeso, u obesas), o con alteraciones de la tensión arterial. Con ellos, y ante la satisfacción de la Sanidad Pública, que veía una posibilidad de minimizar el gasto en esta partida, se pasó a la situación contraria, en la que los médicos pasaron a no prescribir estos fármacos, y el público al que llegaban estos mensajes los rechazaban.

 

«Los últimos artículos sobre la T.H.S. empiezan a mostrar más beneficios que riesgos. «

Afortunadamente, no todos los médicos seguimos estas indicaciones, y seguimos indicando la T.H.S. en los casos que estaba indicada. Los años han ido pasando, y han ido apareciendo los verdaderos trabajos científicos que van poniendo la T.H.S. en su lugar. El más reciente, divulgado por la North American Menopause Society (NAMS) en su reunión del 2017 presentado el 11 de octubre del presente año. Comentan, por ejemplo, que los médicos, deben sentirse cómodos para prescribir T.H.S, en mujeres que sufran molestos síntomas, como sofocos, sudores nocturnos, trastornos del sueño, especialmente si son menores de 60 años y dentro de los 10 años de menopausia, donde hay muchos más beneficios que riesgos.

La T.H.S., no presenta mayor riesgo cardiovascular en mujeres dentro de los 20 años después de la menopausia, aunque parece haber un riesgo cardiovascular reducido para las mujeres más jóvenes. Se ha visto que puede llegar a disminuir hasta un 48% el riesgo de enfermedad coronaria, y un 30% en el riesgo de muerte cardiovascular. No es así el riesgo de tromboembolia venosa, que parece ir aumentando con el envejecimiento de la mujer.

El riesgo del cáncer de mama, asociado ala T.H.S., es más difícil de evaluar, ya que depende del tipo de terapia administrada, las dosis utilizadas, la duración, la vía de administración, así como de las características individuales y el historial de riesgo personalizado.

 

 

Es francamente favorable para corregir los fenómenos vasomotores, los trastornos del sueño, mantener una adecuada vida sexual, evitar la osteoporosis, proteger del deterioro mental, y retardar el envejecimiento cutáneo.

Las últimas evidencias, parecen apoyar que la T.H.S, protege contra la aparición de la diabetes tipo 2, y disminuye las probabilidades de sufrir síndromes depresivos, aunque no es el tratamiento de elección para tratar la demencia, o el deterioro cognitivo, sea cual sea la edad de la mujer.

Con todo lo anterior, parece racional, que a si a una mujer con hipotiroidismo nadie discute que hay que suplementarle con hormona tiroidea, es lógico valorar la situación hormonal relacionarla con la edad, el momento de aparición, la forma de aparición (brusca o progresiva), y que tras un asesoramiento adecuado, se le pueda prescribir hormonas adecuando la dosis, vía de administración, y duración a todas estas circunstancias.

 

 

Tras el boom de productos y dosis de hace unos años, la actualidad nos muestra una clara disminución, y mayor dificultad para localizar el producto adecuado. El el último año, están apareciendo nuevos productos, no todos comercializados aún en España, que pueden facilitarnos el manejo.

La conclusión es que el sentido común, está poniendo el tratamiento hormonal en su punto, y que tras una valoración adecuada debe ofrecerse a la mujer dicho tratamiento, debiendo monitorizarlo en busca de posibles efectos secundarios, debiendo adaptarse a dichas circunstancias.

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