Por segundo mes consecutivo el tema central del Boletín es el coronavirus. Independientemente de las críticas acerca de si estábamos preparados para una pandemia, de si nuestro sistema sanitario tenia la infraestructura necesaria, de si los políticos con nula preparación sanitaria eran los indicados para manejar la situación, de si los científicos que han asesorado eran los mejor preparados, que por supuesto todos conocemos las respuestas, hemos de aceptar que la evolución es ligeramente a mejor.
Como todo curso natural de una pandemia se desarrolla, es decir aniquilando a la población sensible y expuesta y una vez realizado, irse diluyendo en espera de una futura situación favorable para un nuevo brote, así lo está realizando el Covid-19.
En la aplastante mayoría de los países afectados, que son el 95% del planeta, la evolución está siendo muy semejante, independientemente de las medidas adoptadas, del momento de implementación, o de la mejor o peor colaboración ciudadana. Hay demasiadas incógnitas acerca de este virus, que al parecer ya era conocido hace unos cinco años, en círculos muy restringidos. Aún no estamos seguros de dónde se inició con certeza el brote, ni cómo fue.
Empezamos a conocer cómo ataca a los organismos y cómo mata, que no es cómo se enunció en los primeros momentos. Las autopsias realizadas, indican una patogenicidad muy distinta a la estrictamente respiratoria, y por eso las terapias aplicadas en estos momentos están dando mejores resultados.
El sector más sensible de la población, desgraciadamente en su gran mayoría ya ha sido infectado y ha sufrido las consecuencias. El resto de la población, sin factores de riesgo, en su mayoría también se ha infectado, pero han sido con sintomatología poco evidentes y recientemente los responsables sanitarios están reconociendo que las pruebas serológicas practicadas, son poco sensibles, demasiado genéricas, no detectan a todas las personas que hayan pasado la infección, o varios conceptos a la vez.
Parece ser que estamos cerca de disponer de los reactivos precisos, y en cantidades suficientes, con la sensibilidad necesaria para poder evaluar con certeza la afectación de la población.
Es evidente que se deben tomar precauciones para no ser infectado, y para no infectar a los demás. Todas las precauciones que repetitivamente se difunden son correctas y adecuadas, como mantener la distancia de un metro entre personas, lavado de manos frecuente, desinfección de superficies, no toser sobre las propias manos, etc.
Otras medidas tienen poco fundamento, como que miembros de la misma familia que conviven un mismo domicilio no puedan viajar en un mismo vehículo, o no puedan pasear juntos. Evitar el contagio persona a persona, siguiendo un mínimo de actitudes válidas para multitud de situaciones, es fácil si se actúa con sensatez.
Con las notas emitidas por el Ministerio de Sanidad, la SEGO (Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia), y la SEF (Sociedad Española de Fertilidad) fundamentalmente hemos decidido reactivar con cautela nuestra actividad asistencial, tal como explicamos en el artículo que a continuación desarrollamos.
