La doctora Carmen Sala Salmerón, de la Clínica Gine-3 de Barcelona, vuelve sobre sus pasos divulgativos y retoma en este vídeoblog una enfermedad que trae de cabeza al 20% de las mujeres mayores de cuarenta años y al 38% de las que rondan los setenta: «La pérdida de orina, tras un deseo imperioso de micción, por culpa de la hiperactividad de su vejiga».
En esta nueva entrega de ginecología y obstetricia, nuestra doctora más íntima nos explica la incontinencia urinaria que se produce a causa de las contracciones involuntarias del músculo detrusor o pared lisa de la vejiga, enfermedad diferente a la pérdida de orina ocasionada por un esfuerzo, ya sea al estornudar, toser, reír con estrépito o al hacer algún tipo de ejercicio físico que presione el abdomen sobre la vejiga, como saltar.
Pero antes, la catalana Carmen Sala nos resume en unas frases el mecanismo de la micción.
«Cuando una mujer tiene ganas de hacer pipí, porque tiene la vejiga llena, su organismo envía una señal al cerebro a través del sistema nervioso, quien, inmediatamente, se pone a trabajar para encontrar el lugar idóneo donde hacer pipí. La mujer llega al sitio adecuado, normalmente un cuarto de aseo con inodoro o excusado, y el cerebro cursa una orden a través de la médula espinal para que se contraiga la vejiga y se vacíe de líquido a través de la uretra».
Si este mecanismo corporal está enfermo, y aparece la urgencia miccional, el músculo detrusor de la vejiga se contraerá sin la mediación de la orden cerebral.
«Expulsará el pipí como si nada, situación que puede suceder en mitad de la calle, en la cocina, fregando platos, abriendo la puerta del domicilio, en el trabajo, en el gimnasio… en cualquier momento insospechado en la vida de una mujer», observa según su experiencia diaria en la consulta.
¿Y esto, por qué pasa?, le preguntan sus pacientes… «La gran mayoría de las veces se debe a trastornos neurológicos, pero en algunas ocasiones la causa es más mundana: una alteración en la vejiga, ya sea por una inflamación o por una infección, o porque la uretra se estenosa mucho, es decir, que está muy cerradita, y obliga al músculo de la vejiga a realizar contracciones más fuertes para expulsar el pipí por el conducto de salida».
¿Qué puede aumentar la pérdida de orina cuando se padece vejiga hiperactiva?… «La obesidad, la ingesta de varios litros de agua al día -algo que hacen por recomendación médica, según aseguran las pacientes-, la toma abundantísima de excitantes como el café o la ingesta de diuréticos. Factores que pueden aumentar la posibilidad de padecer vejiga hiperactiva», apunta la especialista en suelo pélvico.
A veces, lo que se escapa es «algo más molesto» y nos encontramos ante la polaquiuria.
«La típica mujer que hace 15 o 20 pipís durante el día o se tiene que levantar numerosas veces de la cama por la noche, lo que se llama nicturia, algo que también es una enfermedad. levantarse una vez puede ser normal, ¡pero siete veces!… es una enfermedad que altera la calidad de vida enormemente», señala.
El diagnóstico se realiza con la prueba indolora de la urodinamia y el correspondiente uso del urodinamómetro, tecnología propia de una consulta ginecológica que sirve para diagnosticar, analizar y tratar la incontinencia urinaria de la mujer, o del hombre, por diferentes causas.
«Una buena noticia es que el tratamiento de este tipo de incontinencia no pasa por el quirófano. Se puede aplicar en un 99% de los casos y tiene muy buen pronóstico con fármacos -asegura-, aunque son necesarias dos condiciones básicas: la adherencia a los medicamentos y la paciencia, ya que el proceso durará algunos meses».
También ayudan la electroestimulación de la zona a bajas dosis o algo más novedoso, como la inyección de toxina botulínica en la vejiga; tratamiento que ya ha sido aprobado por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
«A estas mujeres que padecen vejiga hiperactiva les digo, de forma cariñosa, y un poco para distender la conversación durante la prueba de la urodinamia, que pertenecen al grupo de las buscadoras oficiales de váteres: conocéis todos los inodoros de la ciudad, incluidos los de los grandes almacenes», dice con su sonrisa cómplice la doctora Carmen Sala Salmerón.
