La mujer ante su reloj biológico - Gine3

21 de noviembre de 20160

La doctora Carmen Sala Salmerón, obstetra de la Clínica Gine-3, interviene en su vídeoblog para suspirar por todas las mujeres, ya sean adolescentes, jóvenes, adultas o abuelas, que sufren en silencio ciertos estados de ánimo, como la tristeza, la irritabilidad o el cansancio, relacionados con sus procesos ginecológicos; alteraciones emocionales que conviene interpretar con elegancia y delicadeza para empatizar con ellas sin recelos.

 

Los altibajos hormonales definen, en mayor o menor medida, no solo las variaciones en sus sentimientos, sino en su propia imagen con cambios en unas pocas horas, algo que también repercute en su equilibrio emocional. «Pueden aparecer la tristeza, la ansiedad, la irritabilidad, los cambios de apetito y sueño, la dificultad en la concentración, el llanto fácil o el cansancio», relaciona.

 

Carmen Sala enmarca este vis a vis anímico-ginecológico en las diferentes etapas de la mujer.

 

«Las adolescentes vienen cargadas de estas alteraciones emocionales, normalmente ligadas a la menstruación, a sus cambios anatómicos, al acné facial, al vello corporal, a la acumulación de grasas por aquí y por allá, al inicio de sus relaciones sexuales… y siempre al lado de sus mamás, lo que conlleva una alteración añadida», expone.

 

En esta fase, el papel de la ginecología es de complicidad con ambas mujeres.

 

«Concienciamos a la madre de la importancia preventiva, como el uso de los preservativos para impedir enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados; y escudamos a la adolescente cuando explica a su madre que desea tener relaciones sexuales o que quiere adelgazar diez kilogramos para integrarse en su grupo de amigas», dice.

 

Durante la juventud y la madurez, base espacio temporal de la maternidad, nuestro rol es el de tranquilizar a la mujer.

 

«En cada visita, además de supervisar las diferentes fases de la gestación, el parto o el puerperio, con sus análisis, pruebas diagnósticas o ecografías, tenemos que transmitirles una y otra vez, las veces que sean necesarias, que ella y su bebé están estupendamente. Nuestro papel es básicamente tranquilizador», asegura.

 

Si la mujer recibe una mala noticia oncológica, nuestro papel se centra en ofrecerles esperanza y más esperanza.

 

«Te vamos a operar cuanto antes y te vas a recuperar pronto, aunque tengas que realizar un tratamiento molesto a corto y medio plazo. Estaré a tu lado en todo momento. Puedes venir a verme a la consulta las veces que tú quieras. Mi labor es darles continuamente mucho cariño y esperanza», señala.

 

Cuando la mujer tiene problemas de esterilidad es el momento de la confianza.

 

«Las mujeres nunca pueden sentirse engañadas. No podemos mentir jamás. Siempre tendremos que buscar alternativas e intentarlo todo para que se queden embarazadas, pero con la franqueza por delante, sin expectativas ficticias. Nuestro papel es el de la confianza total», sostiene.

 

A la hora de la menopausia llegan los minutos más placenteros de la amistad entre mujeres.

 

«Me encanta -sonríe Carmen-. Se sientan y nos abrimos al diálogo: ¡uf!, estoy fatal; ¡tengo unos sofocos!… no duermo nada… ¿y tú cómo te encuentras?… pues fenomenal… ¿y qué tomas, que te veo maravillosa?… Es una charla entre iguales, entre amigas», cuenta.

 

Durante la vejez las ginecólogas volvemos a ser madres.

 

«Las viejitas son mi debilidad. Llegan fastidiadas por sus goteras físicas y con muchas ganas de ser escuchadas: ¡Ay, nena!, em fan mal molt els genolls – ‘me duelen mucho las rodillas’, traduce nuestra obstetra catalana-… pero estamos en una consulta ginecológica… ¡Ay, nena!, és que estic molt malament -es que estoy muy mal-. Necesitan compañía y ternura», opina.

 

«Las mujeres necesitan mucha atención y nunca debemos minimizar sus emociones, no le digas que sus emociones son tonterías. No las menosprecies. Escuchar, hablar, aconsejar y, ¡por qué no!, facilitar alguna medicación suave que alivie su ansiedad o les ayude a dormir, incluso proporcionar antidepresivos, es vital para su equilibrio vital», determina la doctora Sala.

 

Aún así, ha diagnósticos y tratamientos que se escapan a la especialidad ginecológica, como las dificultades sexuales. Derivar no resulta fácil.

 

«¡Uy!, no Carmen, yo solo confío en ti. Haré lo que tú me digas», le dicen sus pacientes.

 

La mujer acude a la consulta con miedo y por tanto cualquier rareza que se detecte en su cuerpo les hace pensar inmediatamente que es algo malo.

 

«Nuestro papel siempre es eliminar cualquier miedo, a pesar de que no dispongamos de mucho tiempo entre consultas, de que no profundicemos en sus emociones o no le demos a cada mujer ese abrazo necesario, pero siempre estamos y estaremos ahí, dedicándoles toda la atención a sus alteraciones emocionales», concluye Carmen Sala Salmerón, especialista en calidad de vida de la mujer.

 

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Desde 1980, el Centro Ginecológico Gine3, es un centro que se ha dedicado al cuidado de la salud de la mujer y que fue fundado por la Dra. Carmen Sala y el Dr. Carlos Amselem.

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