Entre 1973 y 2011 en hombres de Norteamérica, Europa, Australia y Nueva Zelanda las concentraciones de espermatozoides han descendido a más de la mitad. Empieza a ser una situación preocupante, ya que implica una tendencia grave para la salud pública. Significa que una proporción creciente de hombres está cayendo dentro de la clasificación de subfértiles o infertiles. La alta proporción de varones que se hallan por debajo de la concentración de 40 millones/cc de espermatozoides es preocupante ya que por debajo de este nivel se asocia a una disminución en la probabilidad mensual de concepción.
La tendencia a la baja, una vez ajustada para factores tales como la edad, tiempo de abstinencia, métodos de recolección del semen, y contaje de espermatozoides, selección de la población y criterios de exclusión, se mantiene en una muestra de más de 40.000 varones estudiados en 50 países diferentes. Se halló una disminución menor en los años anteriores a 1996, que se incrementó a partir de entonces hasta 2011.
Se ha relacionado este descenso en la producción de espermatozoides con la tendencia al cáncer testicular, la criptorquidia, los niveles de testosterona y el inicio de la pubertad masculina. Entre las causas posibles se han establecido factores ambientales y de estilo de vida, incluidos los disruptores endocrinos o el tabaquismo de las madres durante la fase del desarrollo reproductivo masculino. Parece que la exposición a pesticidas en la vida adulta también tienen un papel importante.
Al inicio de nuestra vida profesional, alrededor del años 80, valores por encima de 50/60 millones de espermatozoides eran habituales, pero en la actualidad nos sentimos satisfechos con valores de alrededor de los 20 millones. Además observamos con tendencia creciente el número de espermatozoides de baja movilidad, o con alteraciones morfológicas. El factor masculino va ascendiendo en protagonismo y cada vez nos obliga a una mayor actuación sobre el semen para lograr resultados. En algunos casos, basta con técnicas de selección y capacitación para proceder a inseminaciones, pero en otras, dado el escaso número de espermatozoides recuperados debemos recurrir a técnicas más sofisticadas de fecundación in vitro, o incluso de microinyección (ICSI).
