Los trastornos alimentarios son frecuentes pues pueden afectar al 3-4% de la población, siendo más frecuentes en mujeres, en proporción de 9 a 1, y más evidentes en la adolescencia.
En sus dos extremos consisten en la anorexia, y en la bulimia, pero son los dos polos de un mismo trastorno.
Conocemos factores que pueden predisponer a su aparición como entorno social, moda, y ambiente familiar, pero suelen desencadenarse con dietas de adelgazamiento que se inician de cara a primavera o verano, y que se asocian a stress y presión social llegando a instaurar los desórdenes alimentarios que distorsionando la autoimagen corporal luego son difíciles de erradicar.
Estos desórdenes llevan a la aparición de alteraciones médicas y endocrinas. Las más comunes son la anemia, insomnio, fatiga, caída de cabello, alteraciones del esmalte dental, amenorrea, descalcificación ósea. En casos extremos puede causar incluso la muerte del paciente.
Respecto a nuestra especialidad la consulta habitual es la de una madre que nos trae a su hija, preocupada por la falta de regla. No ha valorado suficientemente el trastorno alimentario, pero si que quiere solucionar el problema menstrual. Evidentemente realizamos un estudio completo, para descartar otras causas, pero una vez vistos los resultados de la revisión general, ecografía ginecológica, estudio de masa corporal (IMC), analítica básica y dirigida, y ocasionalmente una densitometria, establecemos el diagnóstico de trastorno ginecológico asociado al trastorno alimentario, y en colaboración con un grupo multidisciplinario tranquilizamos a la paciente y a sus familiares, e iniciamos el tratamiento.
Nos gustaría decir que se pueden establecer planes de prevención de este terrible trastorno, pero hasta la fecha los consejos que se pueden emitir son inculcar desde niño los buenos hábitos alimentarios, como establecer horarios regulares para las comidas y a ser posibles siempre en el ámbito familiar. Estar alerta a síntomas premonitorios como dejar de comer una serie de alimentos porque «engordan», o levantarse inmediatamente o a media comida «para ir al lavabo» cuando en realidad van a vomitar.
A veces un incremento en su actividad deportiva, o quejas continuas sobre su aspecto físico, también pueden poner en alerta. En cambio, desarrollar actividades que amplíen la autoconfianza y la autoestima, favoreciendo la integración y convivencia con personas procedentes de distintos entornos sociales y culturales que puedan aportar factores positivos ayudan a contrarrestar estímulos negativos procedentes de las redes sociales, Internet, o amistades con efectos nocivos.
En la actualidad, colaboramos con ITA (www.itacat.com) quienes disponen de centros de atención ambulatoria y de ingreso, de amplia experiencia y excelentes resultados. La atención al paciente con trastornos alimentarios debe constar con un grupo en el que hayan no solo ginecólogos en el caso de mujeres, sino también psicólogos, psiquiatras, nutricionistas, e internistas.
Este artículo y muchos más estan disponibles en nuestro Boletín Informativo de Mayo de 2016
