La vaginosis bacteriana consiste en una alteración del equilibrio bacteriano habitual de la vagina, en el que no hay una predominancia especial de ningún gérmen pero que produce una serie de síntomas. La mayoría de las veces produce un flujo blanco-grisaceo maloliente, que puede ir acompañado de escozor vulvovaginal, y molestias tras las relaciones sexuales. En aproximadamente un 30% de los casos, puede resolverse de forma espontánea sin ningún tratamiento.
Parece que su aparición se debe a determinadas prácticas sexuales, al tabaquismo, a algunos productos de higiene íntima, y algunos sistemas de anticonceptivos. El uso inadecuado de antibióticos al alterar el equilibrio vaginal, también puede favorecer su aparición.
El diagnostico es fácil, cuando la mujer acude a la consulta, y bajo la sospecha clínica, realizamos un frotis vaginal. Se puede identificar fácilmente la alteración microbiana, la práctica inexistencia de bacilos de Döderlein, gran cantidad de leucocitos, y frecuentemente una inadecuada concentración de Gardnerella vaginalis.
El tratamiento consiste en una administración local de óvulos a base de clindamicina, o metronidazol, y si se ha detectado la causa en aconsejar cómo evitarlas. Puede ser necesario aconsejar algún tipo de tratamiento complementario para favorecer la repoblación vaginal, consistente en acidificar el medio vaginal, y eventualmente implantar lactófilos.