La Doctora Carmen Sala Salmerón, experta en salud y calidad de vida de la Clínica Gine-3 de Barcelona, nos cuenta en este videoblog la conclusión que extrajo después de leer el artículo «La era del embarazo exprés», publicado en el diario catalán La Vanguardia: «Para contrarrestar la imperiosa necesidad de ser madres o padres primerizos, cuando el hastío del ego llega hasta las mismísimas rampas de salida de la dulce maternidad, los ginecólogos y las ginecólogas solo podemos prescribir sosiego y tranquilidad, ya que las pastillas de la paciencia no se venden en farmacias».
En condiciones normales, cualquier pareja heterosexual o una mujer que desee tener un hijo o una hija tendrá que practicar sexo coital entre 96 y 108 veces durante ocho o nueve meses para que pueda obtener un 85% de posibilidades de quedarse embarazada. Es decir, tiene que realizar este acto sexual tres veces por semana o doce veces al mes.
Cuando Carmen Sala era pequeña, rememora, y quería que sus padres le comprasen una bicicleta, antes tenía que estudiar mucho y aprobar el curso con buenas notas; y, aún así, no solo esperaba durante meses y meses eternos, sino que ese magnífico y espléndido regalo no lo tenía asegurado del todo. «Entonces no existía este tipo de inmediatez», subraya.
«Las parejas fértiles no deberían estar sometidas a la inmediatez de esta época consumista basada en la necesidad del aquí y del ahora -señala-. Estas mujeres y hombres quieren que les apliquemos técnicas de reproducción asistida a la carta porque desean tener un hijo ¡ya!, pero no todo se consigue con una orden».
¿Qué tipo de parejas primerizas son las que buscan el embarazo exprés?
«Parejas que tienen en torno a los 32 años de edad y que ya han cumplido la mayor parte de sus metas existenciales, como tener un buen trabajo, una buena casa, un vehículo de alta gama o haber realizado alguno de los mil y un viajes por medio mundo. Te dicen, sin pestañear, que llevan dos o tres meses intentándolo y que no lo consiguen… ¡Y les sorprende muchísimo!», responde nuestra ginecóloga.
Otras están cercanas a los cuarenta, muy experimentadas y leídas, que saben perfectamente que sus posibilidades son escasas. «Venimos a tu consulta para que nos apliques técnicas de reproducción asistida para ir directos al embarazo», le dicen.
Alguna más acude porque apenas tienen relaciones sexuales. Uno o los dos miembros de la pareja trabajan con mucha intensidad o viajan con frecuencia por motivos profesionales. «Tenemos relaciones cada quince días y sabemos que con este panorama es francamente difícil que lo consigamos», le cuentan.
Hay quienes consultan porque sus amigos les han dicho lo difícil que es conseguir un embarazo. «Quieren que les realicemos pruebas diagnósticas para asegurarse de que, cuando llegue el momento, lo conseguirán de forma más o menos inmediata», expone.
Nuestro papel es escuchar a estas parejas de adultos jóvenes que tienen ese deseo tan fuerte de ser padres exprés.
«Seguramente les diremos que no se preocupen, ya que no tienen problemas de fertilidad; que lo conseguirán sin dificultades; que existen tasas de fertilidad espontáneas; o que las relaciones sexuales normalizadas son mucho más efectivas que las técnicas de reproducción asistida», asegura.
La ovulación de la mujer ocurre hacia la mitad del periodo de 28 días, y cinco son las jornadas de máxima fertilidad, aunque puede haber variaciones debidas a estímulos sexuales y a otras causas fisiológicas o psíquicas, como un acontecimiento emocional intenso. La vida media del óvulo se sitúa entre 12 y 24 horas; la de los espermatozoides, cuatro o cinco días. El periodo de infertilidad de la mujer se produce a los dos o tres días de la ovulación casi en un 100% de los casos.
El éxito del embarazo lleva, por tanto, un tiempo y se consigue con cierto esfuerzo.
Cada mes hay un 25% de posibilidades de que el esperma fertilice al óvulo. Una mujer sexualmente activa tiene un alrededor de un 10% de probabilidades mensuales de concebir un hijo o una hija. Después de los 30 años de edad, la tasa de fertilidad comienza a disminuir de forma paulatina.
A la doctora Carmen Sala le sorprende que estas mujeres y hombres se angustien ante esta situación embarazosa; y por eso les aconseja que estén tranquilos y se encomienden a la bendita paciencia, como ella misma hacía cuando era una niña.
«Un buen día, al despertar, descubrí que me habían regalado una bicicleta nueva. Mis padres le habían colocado un gran lazo rosa. Era preciosa, con un cesto blanco en el manillar y un timbre que resonaba angelical por toda la calle», añora.
