La doctora Carmen Sala Salmerón, ginecóloga, obstetra y periodista vídeobloguera de efesalud, entrevista es esta ocasión al galeno Carlos Amselem Amselem, director médico y cirujano jefe de la Clínica Gine-3, «un hombre que pone el alma y el corazón en sus pacientes».
Con el ímpetu que da un micrófono sanitario, Carmen Sala pretende, y doy fe de que así fue, sacar la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad, a su compañero de profesión… y algo más.
La primera, clara y directa.
¿Tienes conciencia de haber salvado vidas?… «No es mi principal ocupación, ya que mi cometido primordial es solucionar problemas; pero en alguna ocasión sí he tenido que intervenir de forma decisiva para contener una hemorragia que ponía en peligro la vida de la madre o solventar una situación ginecológica o parto difícil que se asomaba al abismo».
A nuestra reportera no le bastan estas palabras alejadas de la soberbia y nos muestra una fotografía del cirujano momentos antes de una intervención quirúrgica. Pretende estrechar el cerco informativo al que somete al cirujano… ¿Eres tú?, le pregunta a modo de fiscal televisivo.
Amselem, que ya tiene la vista cansada, se pone las gafas y apenas tiene tiempo para contestar; la entrevistadora lo tiene claro… «Sí, sí, sí»; aunque él añade un dato más… «Estoy con mi hijo».
«Uno de los rasgos más humanos del doctor Amselem -dice la ginecóloga mientras enseña la prueba del halago en papel- es que, con frecuencia, el doctor coge con su mano una de las manos de la paciente y pone la otra en el hombro de esa mujer antes de comenzar una operación… ¿Con qué fin?», se interesa Carmen Sala.
Amselem se sincera: «Es una forma de transmitirle serenidad, tranquilidad. De entregarle mi energía. Que la mujer entienda que estoy en el quirófano para ayudarla; que en ese momento ella es lo más importante para mí».
«Muy bien», atestigua la doctora a la vez que guarda la fotografía y exhibe la siguiente. En esta segunda imagen se aprecian con detalle las manos del doctor sujetando el bisturí antes de empezar una cirugía en la zona abdominal de la mujer.
«Doctor Amselem, la paciente está dormida y el campo -zona quirúrgica- ya está preparado. La instrumentista le ha dado el bisturí… ¿Son sus manos, verdad?… Sí -confirma él- ¿En qué piensa un cirujano en esos momentos?», curiosea la doctora periodista.
Cirujano y ginecóloga respiran hondo. Los dos saben que es la hora de la verdad.
«En ese momento tengo una responsabilidad muy importante y en pocos segundos me aseguro de que voy a dar lo mejor de mí mismo, en coordinación con mi equipo de confianza: mis ayudantes, mi anestesista, mi enfermera instrumentista y el resto del personal. Instantes después, todo se concentra en verter nuestra profesionalidad y eficacia», responde.
La doctora Sala, mirando a cámara, nos guiña complacencia y no tarda en mostrar otro indicio más de la calidad humana de su entrevistado.
«Tienes dos hijos -comenta ella- que también son ginecólogos… te los llevas a quirófano, les enseñas técnicas quirúrgicas, ¿qué más quieres que aprendan?»
Se nota la responsabilidad. Carlos tiene que dar la talla ante la doctora Sala, su esposa; con la que ha criado a los dos varones Amselem Salmerón.
«Un cirujano necesita técnica y cerebro. Las técnicas se aprenden en los hospitales y por eso se necesitan años de preparación y MIR. Pero si no tienen cerebro no serán buenos cirujanos. Ellos tienen que saber que la cirugía, la Medicina, se hace con el cerebro. Tienen que saber transmitir a la mujer que ellos serán sus cirujanos y que van a estar por ella. Si no son buenas personas no serán buenos cirujanos. La técnica ya la han aprendido y la mejorarán; ahora les toca ser médicos», opina el doctor Amselem.
Carmen Sala, mujer y ginecóloga, saca su última fotografía, un retrato en blanco y negro de su marido con la mascarilla de quirófano.
Con una sonrisa nos dice que esta entrevista no ha tenido otro objetivo informativo que evidenciar que «detrás de un gorro, una mascarilla y unos guantes, hay un corazón grande y sincero».
